La gamba blanca del Mediterráneo es uno de los mariscos más característicos de nuestras costas. Detrás de ella hay una larga tradición pesquera que sigue vigente hoy en día, y un proceso de captura que garantiza su calidad. En esta entrada repasamos dónde vive, cómo se pesca y recetas que brillan en la gastronomía mediterránea.
¿Dónde vive la gamba blanca?
La gamba blanca habita en aguas de profundidad media, donde encuentra temperaturas estables y fondos blandos en los que alimentarse y desarrollarse. Por lo general, se encuentra en fondos fangosos del talud continental entre los 50 y los 400 metros de profundidad.
Los caladeros del litoral andaluz, especialmente frente a la costa de Almería y Granada, son zonas destacadas por la presencia de gamba blanca de gran calidad. Allí, la combinación de corrientes, nutrientes y fondos adecuados favorece su abundancia y su buen estado.
Además, también está presente en otras áreas del Mediterráneo español y del Atlántico sur peninsular, donde ocupa hábitats similares como parte fundamental del ecosistema.
¿Cómo se pesca la gamba blanca?
La gamba blanca se captura mediante pesca de arrastre de fondo, una técnica en la que una red es remolcada sobre el lecho marino para recoger las especies que habitan en él.
Al encontrarse a profundidades medias, la gamba blanca se captura al realizar el arrastre entre los 20 y los 400 metros, especialmente en zonas de fondos arenosos y fangosos.
Tras la captura, la gamba se clasifica a bordo y se conserva en hielo. Una vez llega a puerto, pasa por subasta en la lonja antes de distribuirse a mercados y restaurantes de la zona.
Propiedades gastronómicas de la gamba blanca
La gamba blanca destaca por su sabor suave y su textura tierna, lo que la convierte en un ingrediente muy versátil en la cocina mediterránea.
Además de su valor culinario, aporta proteínas de alta calidad y muy pocas calorías, por lo que es ideal para platos saludables sin renunciar al sabor.
También es una buena fuente de minerales como fósforo y yodo, esenciales para el metabolismo y el buen funcionamiento del sistema endocrino.
También aporta vitaminas del grupo B, especialmente B12, necesaria para la energía y la salud muscular. Su bajo contenido en grasa y la presencia de ácidos grasos omega-3 la convierten en un marisco muy equilibrado.
Recetas con gamba blanca
La gamba blanca se presta tanto a preparaciones simples, que aprovechan todo su sabor, como a recetas más elaboradas en las que aporta matices y potencia conjuntos más complejos. Estas son tres propuestas para disfrutar al máximo de la gamba blanca:
- Gamba blanca a la plancha
La gamba blanca se cocina en pocos minutos sobre una plancha, potenciando su sabor suave y su textura tierna. Solo necesita un toque de sal y el punto justo de cocción para que destaque por sí misma.
Ingredientes:
- Gamba blanca fresca
- Sal marina gorda
- Un chorrito de aceite de oliva virgen extra
- Opcional: ajo picado o perejil y limón para acompañar
Preparación:
- Precalienta la plancha a temperatura alta antes de añadir las gambas.
- Unta ligeramente la superficie con unas gotas de aceite de oliva.
- Coloca las gambas sobre la plancha y cocina 1–2 minutos por lado, según su tamaño.
- Añade la sal al final, justo al darles la vuelta o al retirarlas.
- Sirve al momento, solas o con un toque de ajo y perejil si les quieres dar un matiz aromático.
2. Risotto de gamba blanca
Esta receta de risotto de gamba blanca combina el sabor de la gamba con la melosidad del arroz. Los espárragos aportan un toque fresco al conjunto, dando como resultado un plato sabroso y aromático.
Ingredientes (para 2 personas):
- 250–300g de gamba blanca pelada
- 200g de arroz arborio o carnaroli
- Un manojo pequeño de espárragos verdes
- 1 cebolla picada
- 1 diente de ajo (opcional)
- 750 ml de caldo de pescado o marisco (aprox.)
- 60 ml de vino blanco
- 40 g de mantequilla
- 40 g de queso parmesano rallado
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal y pimienta
- Perejil picado (opcional)
Preparación:
- Añade un chorrito de aceite y sofríe la cebolla picada a fuego medio hasta que esté transparente. Agrega el ajo en este punto si lo vas a usar.
- Incorpora el arroz y rehógalo 1–2 minutos, hasta que el grano comience a volverse translúcido.
- Añade el vino y deja que evapore mientras remueves.
- Añade un cazo de caldo caliente y remueve. Cuando el arroz lo absorba, añade otro. Repite este proceso durante unos 18–20 minutos hasta que esté cremoso y al dente.
- A mitad de cocción, añade las gambas para que se cocinen dentro del risotto.
- Incorpora los espárragos en los últimos minutos para que mantengan la textura.
- Retira la olla del fuego y añade la mantequilla y el parmesano rallado. Mezcla para que el risotto quede bien cremoso.
- Rectifica de sal y pimienta y sirve al momento. Puedes terminar con un poco de perejil picado.
3. Ensaladilla de gamba blanca
Combina patata cocida, huevo y una mayonesa suave con el sabor de la gamba blanca, que aporta un toque marino muy agradable sin resultar intenso. Es una receta fácil de preparar y perfecta para servir tanto como entrante como en comidas informales.
Ingredientes (para 2-3 raciones):
- 150–200 g de gamba blanca cocida y pelada (más algunas enteras para decorar)
- 400 g de patatas
- 2 huevos cocidos
- 120–150 g de mayonesa
- Sal
- Pimienta (opcional)
- Un chorrito de aceite de oliva (opcional)
- Hierbas frescas para decorar (perejil, cebollino o microbrotes)
Preparación:
- Pela las patatas, córtalas en trozos y cuécelas en agua con sal hasta que estén tiernas. Déjalas enfriar.
- Hierve las gambas 1–2 minutos en agua con sal hasta que cambien de color. Enfría en agua con hielo y pela. Reserva algunas enteras para decorar.
- Pica fino el huevo cocido (o rállalo) para que se integre bien.
- En un bol, combina patata, huevo picado y las gambas troceadas. Añade la mayonesa y mezcla
- Añade sal y, si quieres, un poco de pimienta o unas gotas de aceite de oliva.
- (opcional) Ayúdate de un molde metálico para dar forma a la ensaladilla
- (opcional) Coloca unas cuantas gambas enteras por encima para adornar y finaliza con unas hierbas frescas.
- Deja la ensaladilla en la nevera al menos 30 minutos para que se asiente y tome cuerpo.
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